La Fundación de Roma: entre realidad y mito
El mito de la fundación de Roma es uno de los más emblemáticos y arraigados en la cultura occidental, combinando la historia con la leyenda.
El relato más popular vinculado a la fundación de Roma es el de Rómulo y Remo. Según la leyenda, narrada por autores como Tito Livio y Plutarco, estos gemelos fueron hijos de Rea Silvia y Marte, dios de la guerra. Rea Silvia era una vestal, una sacerdotisa de la diosa Vesta, cuya vida estaba consagrada a la castidad. Su tío, Amulio, temiendo que los descendientes de Rea pudieran reclamar el trono que él había usurpado de su hermano Numitor, ordenó que los gemelos fueran arrojados al río Tíber.
Sin embargo, los planes de Amulio fracasan. Los niños no solo sobreviven, sino que son encontrados y amamantados por una loba (Luperca) en la zona de la futura Roma, cerca de la cueva del Lupercal. Posteriormente, fueron hallados y criados por un pastor y su esposa. Al crecer, Rómulo y Remo ansiaban fundar su propia ciudad en el lugar donde fueron salvados por la loba.
Los detalles de la fundación de Roma incluyen disputas entre los hermanos sobre la ubicación y el nombre de la ciudad. Según la versión más aceptada, después de observar los presagios, Rómulo decide fundar la ciudad en la colina Palatina, mientras que Remo prefería la colina Aventina. Esta disputa culmina trágicamente cuando Remo salta por encima de los límites de la nueva ciudad, que Rómulo había trazado con un arado, y Rómulo, en un acto de ira o defendiendo la inviolabilidad de su nuevo establecimiento, lo mata.
Rómulo se convierte así en el primer rey de Roma, y bajo su liderazgo, la ciudad crece. La falta de mujeres para asegurar la descendencia de sus habitantes lleva a Rómulo a organizar el rapto de las sabinas, un evento crucial que describe cómo las mujeres sabinas, inicialmente secuestradas, acaban mediando entre sus esposos romanos y sus familias de origen, fomentando la integración y expansión de Roma.
Otra versión del origen de Roma
Según esta versión, la historia de Roma comienza con la llegada de Eneas, un héroe troyano que huyó de Troya tras su caída en manos de los griegos. Eneas, según la epopeya virgiliana “La Eneida”, viaja a través del Mediterráneo, llevando consigo a los dioses de Troya, y finalmente llega a Italia, donde sus descendientes fundarían Roma.