El rapto de las Sabinas
El Rapto de las Sabinas es uno de los mitos más conocidos de la antigua Roma, y juega un papel crucial en la leyenda fundacional de la ciudad. Según la tradición, este evento ocurrió en los primeros años de la existencia de Roma, cuando su fundador, Rómulo, se enfrentó a un problema crucial para la supervivencia y crecimiento de la nueva comunidad: la falta de mujeres para formar familias y asegurar la descendencia.
Roma fue fundada, según la leyenda, por Rómulo y su hermano Remo, quienes fueron criados por una loba después de ser abandonados en el río Tíber. Tras asesinar a su hermano, Rómulo funda Roma convirtiéndose en el primer rey y comenzó a atraer a hombres de diversas regiones para poblarla. Sin embargo, había muy pocas mujeres, lo que significaba que la nueva comunidad no podría perpetuarse.
Rómulo intentó resolver este problema mediante la diplomacia. Envió embajadores a las comunidades vecinas, incluyendo a los sabinos, pidiendo que permitieran que sus mujeres se casaran con los romanos. Sin embargo, las solicitudes fueron rechazadas rotundamente. Las comunidades vecinas no querían fortalecer a Roma, que consideraban una amenaza potencial.
Ante la negativa, Rómulo ideó un plan audaz. Anunció un gran festival en honor a Neptuno Ecuestre e invitó a los pueblos vecinos, incluyendo a los sabinos, a asistir. Durante las celebraciones, se llevaron a cabo juegos y competencias, y los romanos mostraron su hospitalidad. Los sabinos, entre otros, asistieron con sus familias.
El rapto
En el momento cumbre del festival, según la señal convenida, los jóvenes romanos, siguiendo las instrucciones de Rómulo, se lanzaron sobre las mujeres sabinas y las raptaron. Este acto fue una especie de secuestro masivo en el que cada romano tomó a una sabina para convertirla en su esposa. Las versiones varían sobre el número exacto de mujeres secuestradas, pero el número más comúnmente aceptado es que fueron alrededor de 30. Los romanos habiendo cumplido su objetivo, expulsaron al resto de invitados, reteniendo a los jóvenes sabinas conra su voluntad.
El rapto provocó una gran indignación entre los sabinos. El rey sabino, Tito Tacio, se preparó para la guerra y lanzó un ataque contra Roma. Después de algunas batallas iniciales y escaramuzas, los sabinos lograron infiltrarse en la ciudad gracias a la traición de Tarpeya, una joven romana que les permitió el acceso a cambio de lo que llevaban en sus brazos (en un giro trágico, los sabinos la aplastaron con sus escudos en lugar de darle el oro que ella esperaba).

La guerra entre romanos y sabinos llegó a un punto crítico, y fue entonces cuando ocurrió el momento más famoso del mito. Las mujeres sabinas, ahora esposas de los romanos y con hijos en común, intervinieron para detener la lucha. Se lanzaron entre los combatientes, suplicando a sus padres y hermanos por un lado, y a sus esposos por el otro, que cesaran las hostilidades. Argumentaron que no querían ver morir a sus padres y hermanos a manos de sus esposos, ni viceversa. Esta intervención emocional y valiente logró su objetivo, y ambos bandos acordaron la paz.
Como resultado de esta intervención, se estableció un pacto entre romanos y sabinos. Tito Tacio y Rómulo acordaron gobernar conjuntamente, y los dos pueblos se fusionaron, fortaleciendo significativamente a Roma.